"Tierra quemada" y las marchas de las violencias
- Carlos Mario Mejía Suárez
- Apr 6, 2016
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Ante los actuales esfuerzos de paz en Colombia cabe siempre volver la mirada sobre el proceso de paz llevado a cabo por la administración de Álvaro Uribe Velez. La continuidad de la violencia después de ese proceso hace ecos del respiro tras el final de los años de la violencia partidista, o de la caída del cartel de Medellín a principios de la década del 90. Respiro que se deja engañar y tras el cual pasan las marchas de violencias pobladas por víctimas y victimarios, todos sometidos al miopismo de nuestra sociedad que, como contraparte, se arroja dispuesta a marchas cuyo único objeto concreto es el beneficio político de una elite sumamente corrupta.
Tierra quemada (2013), novela del escritor colombiano Óscar Collazos, es precisamente un relato sobre las continuidades de la violencia. El relato no se extiende en sagas familiares ni en largas exposiciones sobre la historia del conflicto, ni en sus raíces ideológicas, ni en representar las diferencias de clase social. No es que estos elementos estén ausentes del relato, más bien todo esto se encuentra de manera palpable en el mundo que rodea al grupo de más de doscientos desplazados que son guiados / vigilados / controlados / aprisionados / asesinados por un grupo armado de tipo privado.
Las grandes haciendas latifundistas está allí, pero siempre lejanas en el recuerdo, o rodeadas por cercas. Los desplazados las ven vigiladas y completamente inaccesibles. O, cuando en ellas entran, no son sino ruinas ya no del pasado de expansión de la frontera agraria, sino incluso ruinas del pasado reciente en el que las mismas se convirtieron en centros de control paramilitar, alianzas diabólicas entre ejércitos locales, elites y la milicia.
La desigualdad social es recordada por Elena y sus compañeros de desplazamiento forzado, pero lo hacen pensando siempre en condiciones concretas de vida.
El desbarajuste ideológico se ve en la alianza de La Empresa (denominación del ejército paramilitar) y los ejércitos oficiales para enfrentar a insurgentes. Todos ellos están vaciados de ideología y más bien están marcados por la continuidad de la pertenencia a un grupo en el cual sus armas sean la gran marca definitoria.
La historia es la historia de los desplazados sometidos a la voluntad de comandantes paramilitares, que a su vez están sujetos a una voluntad aún más ajena y ejecutada cruelmente por helicópteros que vigilan su éxodo obligado.
En ese éxodo, la comunidad se reconstituye, con todos sus problemas y todas sus alianzas... La novela explora las dimensiones del acto defensivo de la población sometida... ¿cuáles son las armas que las víctimas pueden desplegar en ese sometimiento ? ¿Cuál es el impacto de ese tipo de recursividad en su personalidad?
Toda Tierra quemada es un éxodo en círculos que evita las ciudades y que espera el punto de entrega de los desplazados a un organismo humanitario. Allí, Elena y su prima Elvira conocen a un guapo y misterioso hombre que se une a los desplazados sin ser él mismo un campesino... los acompañan los viejos Arcesio y Dolores, conocedores de la región y videntes de los intereses del ejército que los moviliza... avispados si bien vulnerados por la vejez de sus cuerpos. Igualmente activos son Sara, una mujer que no duda en usar su cuerpo para garantizar beneficios adicionales para ella y sus acompañantes... y dos actores que engañan a los captores/rescatadores haciéndose pasar por viejos orates. Entre los captores un comandante de nombre Anselmo se obsesiona con Elena y la somete sexualmente con violencia; el joven Ciro experimenta un conflicto interno debido a los abusos de sus compañeros sobre los desplazados; el traidor Dayro que parece llevar un plan separado.
Todos estos personajes aparecen como mutación de un "yo" o un "nosotros" que repentinamente emerge en la narración sin razón aparente... una primera persona anónima que sustituye a la tercera persona omnisciente. Se trata de una voz que se desplaza entre diferentes personajes sin identificarse, sometiéndose al olvido del campo.
Voz del campo olvidado recreada con un ánimo de simpatía y a la vez de hacer visible la complejidad humana del refugiado y el desplazado.
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